19 mar 2013

Era como una tormenta, la tormenta mas violenta que había visto nunca y sin embargo yo me enfrentaba desnudo ante ella. Desnudo y solo frente a la ferocidad de las gotas de fria lluvia robando el calor de mi piel. Cada gota me arrancaba un poco mas, empezaron por llevarse todos mis males, se llevaron la desesperanza, la melancolía, la pena y en aquellos momentos era feliz, me sentía fresco, me sentía vivo de nuevo.
Pero para aquella tormenta toda mi pena era poca y siguió arrojando sobre mi todo su peso, ingenuo de mi me quede, después de todo ¿Quien teme a la lluvia fresca en la sequía y el calor del verano? Y permanecí allí, mientras el suelo se embarraba, mientras se hundían mis pies en el barro, mientras poco a poco la lluvia se había abierto paso hasta calar mis huesos, ya no tenia calor, el agua me lo había arrebatado por completo, me había arrebatado ese calor humano, ese flujo de emociones, esa corriente de sensaciones.

Las gotas hacían mella en mi como lo hacia el frio en mi cuerpo, cada gota, cada pequeña gota abría agujeros que terminaban por devastar la totalidad de mi ser, que terminaron por calar en los mas hondo hasta ahogarlo.
Esa tormenta tenia nombre de mujer.
Y con esto quiero decir que aquella tormenta de verano no fue ni mas ni menos que un romance, que trajo consigo la felicidad, el alivio, la ilusión y termino calando tan frio y tan hondo que termino ahogando cada recoveco de mi corazón.
Esto no es ni mas ni menos que el extracto de una conversación que cierta persona ha considerado bella.

Lo mejor de ti siempre se queda en ti, quiero decir, puedes intentar plasmar lo mas bello y la mayor parte del tiempo todas aquellas frases que te conmueven, que surgen por si solas en tu cabeza, que tienen un eco en la eternidad de tus oídos, todas ellas mueren antes de llegar al papel.

Es algo de lo que todo poeta se da cuenta, de que el mundo es tan duro, tan frió  tan inhóspito que hay algunas cosas, como el amor, el autentico amor, el romance, que al evolucionar en verso se marchita... por que la tierra que el mundo le ofrece nunca fue fértil.

Una vez escribir algo así, como un jardín donde siembras ilusiones y nada brota.

Eso te hace pensar que lo mejor de ti es lo que nunca dirás  que como bien dijo Shakespeare: '' Somos señores de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras''.
Es como aquel tenso momento en el que descubres que todas las fantasías  toda la ficción no es ni mas ni menos que la suma de las distintas realidades que uno vive diariamente...

Y ya ves, aquí queda olvidado.

Es como los casquillos de las balas que disparamos a los corazones, que aciertan a ciegas ahogando gritos de amor...
Y lamento ser incapaz de superar la distancia que me separa de tus labios.
Y me quedo allí, fijo, inmóvil, parado ante ti...
Sin poder separar mis manos del magnetismo de tus caderas.
Sin poder respirar un aire que carezca del aroma de tu cabello.
Sin poder ver mas allá del horizonte que nace en tu mirada.
El fruto prohibido, la manzana que finalmente probo Adán
Corrupción de mi pasión y dulce enfermedad que me asola el corazón.
Quizás lo mejor... sea verte marchar.