27 abr 2011

Sigue aqui.

Su olor en la almohada,
su calor entre las sabanas,
se levanta, es de madrugada, pero no ha llegado aun mañana,
la tenue luz que entra por mi ventana la ilumina, jugando con las cortinas, luciendo la inocencia que aun no le he arrebatado.
Me reincorporo en la cama, noto el dolor en mi espalda y el inmenso peso de mis parpados.
Me mira, sonrie, le devuelvo la sonrisa, no se cuanto tiempo transcurrio hasta que me beso, pero lo hizo.
Se inclina hacia la cama, pasa sus dedos por mi palido rostro, por mi cara sin afeitar.
La aparta, vuelve a sonreir, debo de parecer comico al madrugar.
Me empuja contra la cama, se tumba encima de mi.
Noto su calor, escucho el latir de su corazon, no podria escuchar nada mas.
La abrazo contra mi pecho, acaricio su pelo, le digo que la quiero.
Que no abra mas, que no dare un solo paso atras.
Pienso que aunque nuestro amor solo sea uno mas, nuestros sentimientos no tienen por que formar un agujero
algo que nos vacie de lleno.
Sus palabras me sacan de mis pensamientos.
Te quiero, me responde suavemente, eres el unico al que podria besar, al unico al que podria mirar toda la noche.
Me abraza, me abraza durante un tiempo que debia haber pedido que no acabara jamas.
Coge la sabana, la lanza por encima de nuestros cuerpos y se arropa junto a mi.
¿Ves?
Asi la llama de nuestro amor no perdera su calor, no se apagara ni nadie la derribara, no habra nada que pueda con ella acabar.

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